Cómo convencer en 30 segundos
30 segundos pueden parecer escasos, pero son suficientes para decir lo que desees. Suficientes para captar la atención y el interés de tus oyentes. Suficientes para convencerlos o persuadirlos. Suficientes para demostrar lo que quieras…y demostrarlo con eficacia. Pueden ser más valiosos que tres minutos, treinta minutos o tres horas.
Como dice Konrad Adenauer, “Cuando alguien habla demasiado, sus palabras suenan sin oírse”. Treinta segundos pueden cambiar el rumbo de tu carrera y de tu vida, tanto profesional como personal. El empleado que no sepa comunicarse eficazmente con la gente jamás conseguirá una subida de sueldo, ni un ascenso. El jefe que no sepa imponer su criterio pierde la colaboración de sus subordinados.
El vendedor que no pare de hablar no conseguirá efectuar la venta. El político que diga muy pocas cosas en demasiado tiempo no será reelegido. Todos nos aburren en cuestión de minutos cuando podrían suscitar nuestro interés en cuestión de segundos.
Existen dos claras y poderosas razones por las cuales 30 segundos son el tiempo ideal para exponer los propios argumentos:
- El apremio del tiempo: El tiempo no espera a nadie; hay que moverse más rápido simplemente para no quedarse rezagado. Y para moverse más rápido, tienes que ser conciso. Para sobrevivir y prosperar en el trabajo o en cualquier otra relación, hay que transmitir los propios argumentos con rapidez y concisión en 30 segundos o menos.
- Duración de la atención: La segunda -y más importante- razón por la cual 30 segundos son el tiempo ideal para transmitir la propia opinión consiste en que, aunque una persona tenga tiempo para escucharte, su mente sólo puede asimilar determinada cantidad de información durante un período de tiempo concreto. La atención de un individuo corriente es de 30 segundos. Por ejemplo: si fijas la atención en una lámpara, verás que al cabo de 30 segundos tu mente pasará a pensar en otra cosa. Si la lámpara pudiese hablar o moverse o bien encenderse y apagarse por si sola entonces podría captar de nuevo tu atención por espacio de otros30 segundos. No obstante, sin movimiento o cambio y sin actividad alguna, no puede mantener tu interés.
Por eso vivimos diariamente, en nuestra existencia de oyentes y espectadores, la teoría de los 30 segundos de atención.
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